domingo, 15 de noviembre de 2020

TEMA 2: LA EMPATÍA

 Las personas no somos como los robots; tenemos emociones. Cuando se trata de hacer matemáticas o jugar al ajedrez, una maquina lo puede hacer tan bien o mejor que un ser humano. Pero cuando se trata de entender por qué una persona está triste o de mejorar la relación con alguien, los humanos lo hacemos mucho mejor que las maquinas.

La inteligencia emocional es la capacidad de controlar y utilizar nuestras emociones y las de las personas que nos rodean para hacernos felices. 

La inteligencia emocional tiene varios pasos.

  1. RECONOCER LOS SENTIMIENTOS PROPIOS.
  2. CONTROLAR LOS PROPIOS SENTIMIENTOS.
  3. RECONOCER LOS SENTIMIENTOS DE LOS DEMÁS.
  4. SER CAPAZ DE MOTIVARSE A UNO MISMO.
  5. MEJORAR LAS RELACIONES CON LOS OTROS.
 En el tema anterior hemos reconocido nuestros propios sentimientos y sabemos que en la adolescencia es importante este primer paso para poder controlarlos, a través de la película Inside Out y el proyecto de construir nuestras propias islas aprendimos estos conceptos.


Ha llegado el momento ahora de ponerse en la piel de otra persona, acto muy necesario para crear una nueva sociedad más solidaria que la actual, que nos hemos olvidado de este acto tan humano...


RECONOCER LOS SENTIMIENTOS DE LOS DEMÁS. 

No solo es importante darte cuenta de tus propios sentimientos. También es importante darte cuenta de los sentimientos de los demás.

Imagínate que alguien se pone contento cuando tu estás triste. O que se enfada cuando tu estás contento. O que se preocupa cuando tu te sientes alegre. O que se enfada cuando tu sientes tristeza…. ¿Cómo sería?

El lenguaje tiene un término para esa clase de personas. Los llamamos antipáticos. Son las personas que no sintonizan bien con los sentimientos de los demás. Los sentimientos de los demás les dan igual. Por ejemplo , cuando alguien se dedica a reírse de los compañeros, y le da igual lo que sientan los otros, porque  solo se preocupa de él mismo.

Hay otro tipo de personas diferentes, que tienen capacidad para darse cuenta de los sentimientos de los demás. A estos los llamamos simpáticos o, mejor aun, empáticos. La empatía es la capacidad que tienen las personas de reconocer los sentimientos de los demás. 

 Para practicar la empatía, vamos a realizar dos actividades, una en clase a partir de dos cortos... "Ponte en sus zapatos", ¿Qué significa esa expresión? Vamos a practicarlo!💪

Observa el vídeo atentamente y realiza esta actividad mientras lo visionamos: 

Enumera qué emoción o emociones tiene cada una de las personas que van apareciendo en él (alivio, preocupación, alegría… )

(esta actividad debe de aparecer en vuestro cuaderno)


 Empatizar con la gente es una habilidad emocional básica, y un requisito moral. Cuando los vemos, cuando prestamos atención a sus palabras, es fácil ponernos en su lugar y contemplarlos como seres humanos.


¿Somos capaces de mirar la vida desde otros corazones?, estamos en un año muy complicado, que la sociedad nos pide empatía, empatía a raudales para superar la crisis epidemiológica que tenemos, vuestra edad es egoísta por naturaleza, pero la empatía se crea, no se nace con ella, mirar por otros más débiles, más vulnerables que nosotros, familiares nuestros que por el hecho de ser mayores, lo tienen más complicado que nosotros en esta crisis sanitaria es esencial para que sigan con nosotros cuando pase toda esta pesadilla...

 Observa este vídeo, reflexiona y opina sobre él...


Y para terminar, el trabajo para casa!, es muy entretenido y estoy seguro que nos dará herramientas para ir cultivando la virtud de la empatía.

Hay un conocido cuento, el de los tres cerditos. ¿Te has parado a pensar que existe otra versión?  Este es el cuento contado desde el punto de vista del Lobo.

La historia oculta de los tres cerditos

Me llamo Sean O’Connor. Soy un lobo irlandés. Os escribo desde la prisión de Soto del Real, en Madrid, casi habiendo cumplido la totalidad de la pena que me fue impuesta, injustamente, acusado de intento de asesinato de tres lechoncitos. Y digo injustamente, porque, por alguna extraña razón, nadie quiso nunca creer mi versión de los hechos.

Todo empezó una tarde de invierno en que yo paseaba por los bosques de Asturias recogiendo setas y tubérculos para la cena. Eran mi comida preferida desde que, hacía un año, me había trasladado desde los montes irlandeses en busca de climas más amables. Había comprado un gran terreno con todos mis ahorros y, por fin, vivía como siempre había soñado. Aquel verano, tres cerditos construyeron sus pequeñas casas dentro de mis terrenos. No me importó, pues sabía que tendría a quien acudir cuando necesitara compañía.

Esa tarde, el cielo se oscureció amenazando tormenta. Decidí volver a casa, cuando observé que un violento tornado se acercaba peligrosamente hacia las casas de los tres cerditos. Corrí desesperadamente hacia la primera, que era de paja. Antes de poder auxiliarlo, la casa se vino abajo y el cerdito corrió a la casa de su hermano. Yo me dirigí raudo hacia ésta para intentar evitar que cayera, pero fue inútil, porque estaba levantada con ramas de árbol, y fue inevitablemente engullida por el tornado. Los dos cerditos corrieron a casa del tercer hermano para refugiarse. Para entonces, era yo el que huía del tornado. Llamé desesperadamente a la puerta, porque esta casa estaba construida con ladrillos y aguantaría perfectamente el vendaval. No me abrieron. Pensé que no me habían oído, así es que intenté entrar por la chimenea. Me tiré por ella y caí en un caldero con agua hirviendo que, supongo, habrían olvidado sobre el fuego.

Cuando el tornado pasó, desperté ya en el hospital penitenciario. Me comunicaron que los cerditos habían puesto una denuncia por derribar sus casas e intentar comérmelos. En el juicio, todos creyeron a los cerditos. Creo que su aspecto tierno y rosado ayudó mucho. Cuando yo dije que recogía verduras para comer, el jurado se rió, y oí comentarios sobre mis enormes colmillos y sobre la imposibilidad de que un lobo pudiera ser vegetariano, así como sobre mi aspecto peludo y oscuro y mis extrañas ropas. Pero digo yo: ¿cómo es posible que alguien pueda creer que soplando pudiera derribar dos de sus casas e intentarlo con la tercera? ¿Por qué todos pensaron que un lobo peludo no podía ser propietario de los terrenos?

Lo único que yo quería era vivir tranquilo en mis tierras, cultivar mis hortalizas, recoger bayas silvestres y mantener limpio y cuidado el bosque. Ahora estoy enfermo y encerrado. Cuando acabe la condena, creo que volveré a Irlanda con las manos vacías y sin ninguna ilusión.

ACTIVIDAD PARA CASA EVALUABLE: 

 A partir del ejemplo que os he dado anteriormente, dale la vuelta a un cuento conocido de tu infancia, puedes utilizar los clásicos de Disney y otros, como por ejemplo: Caperucita Roja, La Bella Durmiente, Cenicienta, La Sirenita y reescribe el  cuento poniéndote en la piel de los que supuestamente son los malos en la historia original. Realiza el cuento muy resumido, como la que tienes de ejemplo en este blog, ¡¡ pueden salir cosas muy chulas!!

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